El pasado miércoles 2 de diciembre, Don Carmelo, un vendedor de lácteos de El Salvador, se despidió de Trencito, el caballo que lo había acompañado durante nueve años de su vida.
En medio de la calle, se arrodilló y con los brazos hacia el cielo lloró la pérdida de Trencito quien fue mucho más que solo un animal de carga. Se convirtió en su compañero y en parte de su familia.
Con él, Don Carmelo, de 70 años, recorría las calles del municipio de Ahuachapán, ofreciendo a los vecinos los productos que él mismo fabricaba.
Además, durante los últimos tres años, cuando su reumatismo se agravó y caminar le causaba demasiado dolor, el corcel fue fundamental para las largas jornadas de trabajo.
“Me hinqué en el pavimento para darle gracias a Dios por los días que me lo había prestado. Era mis canillas porque no puedo caminar. Después de Dios, me ayudaba para mantener a mi esposa.
Ella se puso a llorar porque los dos somso ancianos. Los dos nos pusimos a llorar…no puedo, de nada me serviría hacer venta, como no puedo caminar.
Mis pies eran el caballo.(Los vecinos) me decían que me lo cambiaban o me lo compraban, pero les decía que no.”
Sus vecinos le dieron todo el apoyo
Trencito fue sepultado en la planta de transferencia de Ahuachapán, debido a que Don Carmelo no tenía un lugar para enterrarlo.
Su historia muy pronto se hizo conocida dentro del pueblo, y una familia juntó recursos para comprarle a Don Carmelo un nuevo corcel, el cual fue bautizado como “Justiciero”.
Para que así, el señor pueda seguir vendiendo sus productos en la localidad.
Sin embargo, incluso con este nuevo caballo, Don Carmelo asegura que jamás olvidará a Trencito:
“Siempre te voy a tener en mi corazón. Gracias caballito por todo lo que hiciste.”